Introducción
El proceso de interpretación surge en sus formas más rudimentarias, cuando el hombre de un país decide salir de este y se dirige a otro país donde no hablan su mismo idioma, estos hombre se ponen en contacto por una necesidad en un momento determinado de la historia. Normalmente estos hombres se pusieron en contacto por índoles diferentes, como razones de índole militar, política, religiosa o comercial.
Dentro de las regiones en la cual los especialistas en interpretación se desempeñaban era altamente valorado por su trabajo. Con el paso del tiempo debido a las relaciones internacionales, la interpretación ha logrado calar, convirtiéndose en un instrumento necesario en las comunicaciones internacionales.
Los especialistas en interpretación contribuyen al acercamiento de las personas que tienen idiomas diferentes y necesitan comunicarse entre sí. Ellos ocupan un lugar importante en el proceso de comunicación y, como mediadores, tienen que realizar varias tareas que son inusuales en situaciones comunicativas típicas. Estas tareas comprenden la percepción del discurso, la producción del discurso y operaciones mnémicas de diferente complejidad.
El oficio de la interpretación es extremadamente difícil, pues el proceso de interpretación como cualquier proceso de comunicación es muy complejo, ya que se ponen en funcionamiento diversos mecanismos lingüísticos y psicológicos. En cualquier modalidad de la interpretación en que se trabaje hace falta un adiestramiento especial, que implica no solo la preparación en las lenguas de trabajo, sino también el desarrollo de las capacidades y habilidades adicionales que harán posible un buen desempeño en esta labor.
Muchos autores se han referido a una serie de aptitudes que debe reunir un buen intérprete, entre ellas se destacan:
- Capacidad de análisis y síntesis
- Rapidez de reacción y adaptación inmediata a los oradores, las situaciones y los temas
- Facultad de concentración
- Resistencia física y nerviosa mayor que la habitual
- Memoria excelente
- Elocución adecuada
- Gran curiosidad intelectual
- Probidad intelectual absoluta
- Tacto y diplomacia.
El desarrollo y el ejercicio constante de cada una de estas habilidades y aptitudes son el secreto de una exitosa carrera profesional como intérprete.
En esta ocasión vamos a referirnos al uso de la memoria en los diferentes tipos de interpretación.
¿Cómo influye la memoria en el proceso de interpretación?
Una de las dificultades que se le presenta al especialista en interpretación es la dificultad de escuchar y hablar a la vez, o casi simultáneamente, como es el caso de la interpretación simultánea. Realizar una interpretación no es una tarea fácil, muchas personas creen que lo más difícil es el buscar la palabra precisa o la estructura equivalente, cuando realmente la dificultad mayor se da precisamente en lo indicado en el primer párrafo.
Esto está estrechamente ligado a la capacidad de interpretar que no depende de conocimientos o habilidades extraordinarios y comprende tres acciones fundamentales:
- Analizar y escuchar el mensaje en la lengua de partida
- Producir el mensaje en la lengua de llegada
- Almacenar en la memoria a corto plazo y recuperar información por razones estratégicas y lingüísticas
De ahí que para los intérpretes sea crucial tener una buena memoria como una habilidad esencial, pero es importante tener en cuenta que solo se retiene en la memoria aquella información que se ha comprendido bien, por lo que nunca será suficiente el dominio y la práctica de las lenguas de trabajo, o del tema que se trate.
En el proceso de interpretación, la memoria es la piedra angular del mismo. Sin una buena memoria es posible que un intérprete no pueda ejercer su profesión cabalmente, aunque es preciso señalar que no es la única habilidad que se ha de desarrollar. Es necesario que haya una conjunción de muchas habilidades, aunada a la experiencia y conocimiento de los idiomas.
¿Cuáles son las etapas en el proceso de interpretación?
Podríamos considerar tres etapas básicas en la actividad de interpretación:
- función comunicativa del orador frente al intérprete;
- actividad mental del intérprete para procesar el mensaje recibido;
- función comunicativa del intérprete frente a los destinatarios del mensaje.
La primera y tercera etapa cubre el aspecto funcional o pragmático, es decir, la interpretación como acto comunicativo intercultural. Para que ambas etapas cumplan con su aspecto comunicativo básico, es fundamental una buena ejecución de la segunda etapa, la de procesamiento del mensaje.
Inicialmente se puede describir la actividad interpretativa como un proceso mediante el cual un texto oral es recibido en una lengua de partida, es decodificado, es decir es liberado de su soporte lingüístico y recodificado en una lengua de llegada, unas veces de forma consecutiva y otra simultánea.
Déjean Le Féal (1981), considera que la interpretación simultánea, no es más que una interpretación consecutiva en donde las operaciones mentales, en lugar de sucederse, se inter penetran.
Encontramos, pues, las mismas fases:
- Escucha y análisis,
- Memorización
- Reformulación
Con la diferencia de que la memorización tiende, más aún que en la interpretación consecutiva, a confundirse con la comprensión y a perder su carácter de acto consciente, ya que el intérprete no puede hacer uso del recurso mental de recapitulación de la información, como es el caso en interpretación consecutiva.
En la interpretación simultánea el intervalo entre la comprensión de una unidad de sentido y su re expresión, por lo general es demasiado corto para necesitar un esfuerzo consciente de memorización. La interpenetración de las fases en la interpretación simultánea fuerza al intérprete a una aceleración de las operaciones mentales correspondientes a cada una de ellas, mientras que en la consecutiva éstas se realizan de forma más retardada.
La rapidez de reacción verbal en la interpretación simultánea debe ser inmediata a la captación del mensaje, por lo que la noción de simultaneidad viene dada en distintos niveles según el modelo de Seleskovitch (1978):
- Simultaneidad del habla del orador y del habla del intérprete.
- Simultaneidad de la escucha del intérprete y del habla del orador.
- Simultaneidad de escucha del intérprete del habla del orador y de su propia habla.
- Simultaneidad de contenido, el emitido por el orador y restituido por el intérprete, lo que es, de hecho, el menos simultáneo de los cuatro.
El grado de desfase depende de una serie de variables como: condiciones físicas de escucha, ritmo de habla del orador o tipo de discurso; por ejemplo. Los discursos científicos o técnicos requieren un desfase mínimo, ya que la información contenida es densa y factual; todo lo contrario que los discursos de tipo humanista, donde el intérprete necesita rezagarse para poder hacer uso de la síntesis y la paráfrasis.
La limitación de la capacidad de la memoria a corto plazo impide que el intérprete de simultánea pueda rezagarse demasiado. Podemos señalar que el intérprete, como ejecutor único de esta compleja actividad mental, realiza múltiples tareas mentales concurrentes, que David Gerver (1971) precisó de la siguiente manera: el intérprete recibe y atiende una unidad de sentido, también referida como frase proposicional, y comienza a traducir mentalmente y a formular verbalmente esa unidad de sentido
- -Al mismo tiempo, recibe y atiende una nueva unidad de sentido,
- -mientras está aún ocupado en la vocalización de la unidad a
- – de manera que el intérprete debe poder retener la unidad a en memoria antes de poder comenzar la interpretación; mientras formula unidad b, recibe unidad c, y así sucesivamente.
Esta es una actividad casi mecánica, en donde la agilidad mental del interprete, juega un papel fundamental es un proceso continuo y rápido entre recuerdo y olvido, o bien entre almacenar y procesar información en memoria y producción verbal.
El intérprete ha de aprender a controlar, almacenar, recuperar y traducir información recibida en una lengua de partida mientras transforma en mensaje, de manera simultánea, información en una lengua término, al mismo tiempo que controla, cuando las circunstancias lo permiten, el feedback de su propia producción (se sabe esto porque los intérpretes suelen corregirse mientras interpretan).
Podemos deducir que son las habilidades de memoria y atención, ambas de capacidad y recursos limitados, las que soportan una mayor carga y esfuerzo durante el proceso interpretativo, ya que el intérprete debe ser capaz de mantener, de forma casi inconsciente, un control y equilibrio de sus recursos mentales. Se trata, sin duda, del dominio de una técnica que se aprende mediante entrenamiento. Cualquier método diseñado para la formación de intérpretes debe tener presente el desarrollo y la potenciación de estas habilidades cognitivas mediante un entrenamiento intensivo.